lunes, 25 de febrero de 2013

La bruja


Ya les he hablado de ella muchas veces, quizás sin nombrarla directamente pero si que lo he hecho, ella no es común, a veces pienso que es una niña con un débil y muy mal hecho corazón y otras veces pienso que es una bruja sin escrúpulos, fría y calculadora. Se encuentra en medio de un desastre como de costumbre, se pierde en la sociedad, se encuentra alrededor de personas falsas, destroza todo lo que toca con su piel. Ella sabe lo que quiere aunque eso signifique sumergirse en una persecución. El lío es su comodidad. En su mente se siente el saco de arena al que todos pueden golpear sin temor a que haga algo para defenderse, pero la realidad es que se ha creado la fama de indestructible la cual le ha costado unas buenas dosis infinitas de lagrimas y muchas magulladuras y golpes para su corazón. Cuando entra  a su habitación comienza la confusión de sus sentimientos, comienza su realidad, el formalismo y los modales los arroja hacia una de las esquinas de su habitación y se centra en recriminarse constantemente creyendo que esa es la mejor manera de dejar todo su pasado atrás,  pero no es así porque el fuego sigue vivo y es más fuerte que el día anterior. Jura que tiene todo bajo control pero sabe que no es así. Vive con el cabello atado y el rostro empapado en la almohada. Las personas "buenas" y "consideradas" le aseguran que el tiempo lo cura todo, sin embargo, ella siente que el dolor le llega en oleadas fuertes y violentas; olas que se estrellan y le parten el corazón y todo por no reaccionar, por no tener el valor de decir: ya basta.

"No es culpa de la luna, ni del cielo, ni del sol. Tú instinto sigue enfermo, no sabe de lecciones tu corazón."  

domingo, 17 de febrero de 2013

Heridas




Iba tarde como de costumbre, tan tarde que no se había dado por enterada de la fina capa de agua que cubría las aceras y con la que acaba de resbalar, iba distraída como siempre con la mente pensando millones de cosas “eso es lo qué pasa cuando estas sobresaturada de problemas” se decía, como si eso fuera una buena justificación, con prisa entro al café, su escondite desde que lo había descubierto hace mucho tiempo. Sin más nada que un humor de perros se sentó en la última mesa como siempre, saco su libro pidió un café y dejo que su mente volara con cada una de las líneas del libro que tenía entre sus manos, de repente sintió que algo se movía frente a ella  y allí estaba el,  tan guapo como siempre, tan lleno de vida y del coraje que le hacía falta en su vida. Con sus ojos llenos de incredulidad le dijo ¿Qué haces aquí? entonces fue cuando mirándola a los ojos le dijo estoy aquí por ti, porque estoy harto de tu inconformismo, de tu poco coraje y de tu falta de ganas de vivir, porque todo te da miedo y justificas ese miedo echándole la culpa a los demás. Tienes que dejarlo ir, no pienses en lo que tienes por dentro, no molestes ese dolor, solo deja que tu corazón se acostumbre a ese vacío y con el tiempo tus heridas sanaran. Recuerda que para que las heridas sanen debes dejarlas de tocar antes de que las hagas sangrar de nuevo.