No espero, ni pido, ni exijo que me recuerdes cuando
ella te acompañe, porque eso me rompería el corazón. Tampoco espero que lo
hagas cuando ella sea la que este guindada de tu brazo tal como lo hacía yo.
Solo te pido que no dejes que nuestra historia desaparezca del todo aun cuando
nuestro “todo” se haya desvanecido. No quiero que los silencios sean más
fuertes que el ruido de nuestros latidos, cuando al compás armonizan esas
noches donde nos olvidamos que el mundo existe. No quiero que pienses que lo
nuestro quedo a la deriva, meciéndose en lo inconcluso. Quiero que ella sepa
que antes de todo siempre fuiste mío, que yo estoy en ti, así como tu estas en
mí. No me importa que ahora ella sea tu maga y yo solo sea la cenicienta a la
que le concedes tiempo antes de la media noche. No me importa que ahora bailes
su melodía y te aferres a su cintura así como un día lo hiciste con la mía. Ella
no debería hacerte sufrir, ella debería ser todo aquello que yo no supe ser.
Solo espero que cuando vuelvas a tu casa por las noches y no encuentres a nadie
allí, recuerdes que hace mucho tiempo yo también te amé, distinto y quizás
inconstante, como nuestra historia, pero te amé tal como ahora ella lo sabe
hacer.
sábado, 16 de abril de 2016
domingo, 10 de abril de 2016
Volver a casa
De alguna forma siempre se vuelve. Siempre se cruza la delgada línea que separa el ahora con el ayer. Sin importar cuando tiempo lleves intentando dejar todo atrás, la imprudente torpeza de querer revivir lo que ya pasó te gana. Quizás sea adrede o quizás no. Uno sueña o abre la mente y vuelve. Vuelves a recordar lo que eras, lo que fue, lo increíble que fueron aquellos días aunque en este momento sean recuerdos con sabor a nostalgia. O puede que solo recuerdes el dolor y lo mucho que te costó salir de eso, porque lo contraproducente de recordar las cosas buenas es que las malas se vienen detrás. Vuelves a casa aunque sea por cinco minutos o un poco menos. Revives todo y hasta te tomas el atrevimiento de preguntarte ¿Qué hubiese pasado si…? Pero él hubiese no existe. Sonríes. Lloras. Sufres. Te quejas. Pero aunque el masoquismo es más grande, a veces es bueno recordar, creo que te hace caer en cuenta lo que has logrado y como dejaste eso que te hizo mal atrás. La vedad es que no lo sé, pero a veces recordar y volver a casa es bueno aunque no se sepa el porqué.
sábado, 2 de abril de 2016
Abril
Quizás unas horas sean suficientes para
acostumbrarme al vacío que dejaste en la cama, para que mi pecho deje de arder,
para que la cordura regrese. Quizás necesite algunos minutos para entender la
complejidad del asunto, de lo difícil que es dormir sin tu mano aferrándose a
mi cintura. Sin mis dedos trazando círculos en tu clavícula. Quizás en algunos
segundos pueda caminar nuevamente y me rinda ante las noches en las que nos
convertimos en uno solo y soy. Necesitamos más tiempo para irnos volando a
algún lugar. Necesito tiempo para estar de puntillas y alcanzar tu espalda.
Nuestras historias se van uniendo cada vez más persiguiendo el mismo sueño.
Tengo el corazón desbocado porque necesito horas, minutos y segundos para
seguir queriéndote aunque solo sepa hacerlo sutil, cálido, pasional y amargo como
el mes de abril.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)