Antes cuando me decía que sí, yo decía que no. Y si
me decía que no, yo decía que sí. Cuando yo quería no se podía y cuando se
pudo, ninguno fue capaz de querer. Nos pasamos mucho tiempo yendo y viniendo,
esquivándonos hasta el punto de sortear el tiempo y aun así no pudimos
encontrarnos. Y así, han pasado dos inviernos y no he podido dejar de pensarle.
El tiempo pasa de prisa y ahora que me he fijado, nunca fuimos por el mismo
camino. Existen personas que por más que ambos quieran, nunca se puede. Y a uno
solo le queda sentirlas en los escasos recuerdos. Suspiro al recordarle en
plena calle, escuchando una canción o leyendo un libro. Suspiro tomando té,
café o vodka, para mí el resultado es el mismo; todos son opuestos, como tú y
como yo, pero que bien le hacen a mi vida. Aquí aun existes, en los lugares en
donde quisiera que estuvieras. Y si bien, ya no vamos por el mismo camino, hay
algo que siempre nos hace coincidir y ese constante coincidir de pensamientos
nos hace estar juntos aunque siempre estemos en caminos opuestos.
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