viernes, 17 de mayo de 2013

Despedida



Y de la nada te vas en caída libre puedes tener la suerte de caer parado y quedar con las piernas y rodillas hechas polvo y digo suerte porque no hay cosa peor que caer sobre las manos, brazos o peor aún aterrizar con la barbilla. Después llega lo peor levantarte y empezar con el duro proceso de cicatrización de cada una de las heridas, sentir el dolor incrustándose en cada uno de los recovecos de tu cuerpo, lidiar con las lágrimas, los dolores y si, esto muchas veces lo ocasiona el insomnio. Entonces te das cuenta que no te queda de otra que seguir haciendo turismo por la ciudad de tus recuerdos que cuando quieres recordar los buenos recuerdas los malos y así sucesivamente. Es algo que viene y va que está entre el algoren y la válvula mitral, entre el deseo de amar y no amar, entre el prólogo y el capítulo final. Entre las gotitas que se resbalan por mis pestañas y tus excusas baratas. Entre todo esto estaba ayer pero hoy ya no sé. Es esa fracción de tiempo que nadie logra entender pero que te cambia la vida en un dos por tres.

 Esa despedida que... te cambia la vida.